Juana Rouco Buela: MI PRIMERA ACTUACIÓN EN EL CONGRESO DE 1905 DE LA FEDERACIÓN OBRERA REGIONAL ARGENTINA

Juana Rouco Buela (Madrid, 1889 - Buenos Aires, 1969) fue una obrera, anarquista comprometida con la emancipación de la mujer y con el Forismo.

Compartir

Memoria Histórica: Buenos Aires 4 de Marzo del 2020

En 1905 se realizaba un congreso de la Federación Obrera Regional Argentina, y el compañero Francisco Llaqué, que era su secretario y también formaba parte del cuerpo de redacción de “La Protesta”, recibió una credencial de la Refinería Argentina de Rosario, donde trabajaban casi todas mujeres, y creyó que yo podía representarlas en ese congreso. Me ofreció la credencial y yo la acepté encantada, siendo eso, para mi, el primer paso que, en el movimiento obrero anarquista y social, di en mi vida.

En ese congreso se aprobó por la Federación Obrera Regional Argentina, la finalidad del comunismo anárquico, que a mi me ha servido de orientación toda mi vida.Con el entusiasmo propio de mi edad, estaba presente en todas partes donde se trabajaba por la transformación social.

En los primeros meses del año 1907, ayudada por la compañera María Collazo, organizamos el primer centro femenino anarquista que existió en la República Argentina. Tomaron parte muchas y activas compañeras: Virginia Bolten, que fue una gran escritora y conferencista, Teresa Caporaletti, Elisa Leotar, María Reyes, Violeta García, María Collazo y Marta Newelstein.

En total éramos 19 que trabajábamos con entusiasmo y cariño por el ideal anárquico, y la F.O.R.A. Las reuniones de nuestro centro tenían lugar en el local de los Conductores de Carros, que se hallaba en la calle Montes de Oca y Suárez.

Era un local grande, donde casi diariamente se daban conferencias, y desfilaban por ese salón todos los intelectuales, que eran muchos, los que se confundían con el proletariado y el movimiento anarquista. El entusiasmo y la capacidad de los compañeros que actuaban en esos años, hacía que la propaganda de nuestro ideal adquiriera contornos insospechados.

Años de intensa actividad. Santiago Locado y Alejandro Sux sacaban la revista “Bohemia” con un material de lectura seleccionado y donde colaboraban las mejores plumas de aquellos tiempos; también se editaban “La Protesta” diario, “Luz al Soldado”, y muchos otros periódicos. Los chambergos anchos y las corbatas voladoras estaban en todos los rincones de la ciudad y en todo el país. Se confundían con el pueblo, y todos actuaban en las universidades y en las calles, volcaban sus conocimientos sobre los problemas sociales y se sucedían diariamente las controversias y conferencias en donde había lugar de hacerlo.

A fines del año 1907 organizó y patrocinó la F.O.R.A. una huelga de inquilinos, a la que respondió toda la ciudad de Buenos Aires, donde se reclamaba la rebaja de alquileres. Mitines, reuniones, asambleas, comisiones que recorrían casa por casa para que se adhirieran al movimiento, que era general en las casas particulares e inquilinatos. Todo Buenos Aires estaba convulsionado, y los anarquistas éramos los que controlábamos ese movimiento grandioso, en el que se sucedieron una serie de hechos de sangre provocados por las autoridades, que no podían con todo el pueblo que se había levantado en huelga, exigiendo una cosa justa: la rebaja de los alquileres. Estos hechos son históricos; hubo de todo: prisiones, desalojos, deportaciones, pero se llegó al triunfo; se consiguió la rebaja de los alquileres, que era lo que se pedía. En uno de esos tantos desalojos que intentó realizar la policía, lo hizo en el conventillo llamado de las “14 Provincias”, que albergaba a más de 200 familias, situado en Chacabuco y San Juan. Las mujeres se defendieron del ataque policial y desde los corredores tiraban agua hirviendo a la policía y a los bomberos, que con la presencia del propio jefe de policía Ramón Falcón, querían realizar el desalojo. La policía, por orden de Falcón, hizo fuego contra sus moradores, mujeres, hombres y niños, que aterrorizados por el tiroteo que con toda impunidad les hacía la policía en sus propias casas, se defendieron valientemente, obligando a los bomberos y policías a retirarse.

Hubo una víctima de las balas policiales, un muchachito de 17 años que se llamaba Miguel Pepe. Esa muerte indignó a todos los habitantes de la casa y defendieron su vivienda y sus hijos frente a ese ataque policial. También todo Buenos Aires se indignó con este hecho y sirvió para retemplar los ánimos de todos los huelguistas y moradores de la ciudad, que coronó con el más rotundo triunfo de ese movimiento. La Federación Obrera Regional Argentina se hizo cargo del velatorio de Miguel Pepe, por el que desfilaron miles y miles de personas de todas las categorías sociales. El entierro fue algo que impresionaba. M illares de personas aguardaban en las aceras y las calles para iniciar el cortejo. Lo llevamos a pulso desde Chacabuco y Humberto 1º, hasta la Chacarita, pero a cada momento, y durante todo el trayecto, hubo varios choques con la policía que obligaba a abandonar el cajón en la calle y reiniciar de nuevo el camino. Antes de darle sepultura, lo despidieron en nombre del pueblo y de la F.O.R.A., los compañeros Tonietti, Anderson Pacheco, Artoneda. Balsan y yo, que hablé en nombre del Centro Femenino. Todos nos indignamos ante el crimen policial dirigido por su propio jefe, el coronel Ramón Falcón, y la justicia del movimiento de inquilinos. En la sepultura de Miguel Pepe, se le puso una placa que decía: Víctima de la huelga de inquilinos, asesinado por la policía. Terminado ese movimiento, la represión policía se hizo sentir de inmediato, y se puso en acción la Ley de Residencia, que en el año 1902, había sido sancionada por el gobierno del general Roca. Muchos fueron los compañeros deportados.

También a mi me tocó y alcanzó la Ley de Residencia; a mis 18 años, me consideró la policía un elemento peligroso para la tranquilidad del capitalismo y el Estado, y me deportaron.

Extraído de Historia de un ideal vivido por una Mujer – Juana Rouco Buela.

Compartir: