Soy hijo del pueblo trabajador, hermano de los que cayeron en la lucha contra la burguesía, y como la de todos, mi alma sufría por el suplicio de los que murieron esa tarde, solamente por creer en el advenimiento de un porvenir mas libre, mas bueno para la humanidad…”

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Simón Radowiski, de familia obrera, llegó a la Argentina exiliado por el gobierno Zarista en Marzo de 1908. El 1 de mayo de 1909, Radowitzky participó del acto convocado por la F.O.R.A. en la Plaza Lorea, Bs As.


El coronel Falcón había sido el mejor oficial del General Roca en el exterminio de los pueblos originarios en la denominada Campaña del Desierto. Además, había llegado a la fama en Argentina como el represor de las huelgas de inquilinos, defendida a fuerza y valor por las mujeres.
Falcón, que observaba la concentración del 1 de mayo, ordeno a la policía que reprima con las tropas de infantería y caballería la manifestación; una hora de combates arrojó ocho muertos, entre los anarquistas, y más de cuarenta heridos. Además ordenó clausurar todos los locales de F.O.R.A. y detuvo a 16 referentes durante la semana siguiente .


La F.O.R.A. respondió declarando una huelga general, a la que se sumó la U.G.T y el Partido Socialista, exigiendo la renuncia de Falcón para detenerla. La columna de manifestantes que el 4 de mayo acompañó a los muertos sumó más de 80.000 personas la cual también fue reprimida.
El 14 de noviembre y como respuesta al acto de cobardía ejercido por el gobierno, Radowitzky preparó un artefacto explosivo casero, y lo arrojó dentro del vehículo que conducía a Falcón, unánimemente considerado responsable de las muertes de los obreros. La explosión hirió de muerte al coronel y a su secretario privado.

“Maté porque el 1º de mayo de 1909 el coronel Falcón, al frente de los cosacos americanos, dirigió la masacre contra los trabajadores. Mi indignación llegó al paroxismo cuando sufrí la vergüenza de comprobar que los representantes del pueblo en las cámaras aplaudían la actitud del citado jefe de policía. Soy hijo del pueblo trabajador, hermano de los que cayeron en la lucha contra la burguesía, y como la de todos, mi alma sufría por el suplicio de los que murieron esa tarde, solamente por creer en el advenimiento de un porvenir mas libre, mas bueno para la humanidad…”. Simón Radowitzky

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